"Entorno hiperdimensional, conciencia y Psi: un enfoque transdisciplinario"

Publicado en el boletín electrónico del Instituto de Psicología Paranormal (alipsi.com.ar), Vol 8, Nº1, enero 2013 - disponible en http://www.alipsi.com.ar/publicaciones_ipp.asp

Luciano Méndez es Licenciado en Comunicación Social graduado en la Universidad Nacional de Rosario, Argentina. El presente artículo una síntesis de su tesis de grado titulada “El Entorno Hiperdimensional”, dirigida por el Dr. en física Oscar Sergio Zandron (IFIR-CONICET). En 2011 publicó el libro El entorno hiperdimensional: conciencia y telepatía. Un enfoque transdisciplinario para concebirlas como fenómenos en el hiperespacio" (Editorial Académica Española). entornohiperdimensional@gmail.com
El propósito de este ensayo es presentar una red de conceptos para concebir a la conciencia, a Psi –y otros fenómenos relacionados–, como entidades y fenómenos que existen o se producen en el hiperespacio, el espacio o entorno conformado por cuatro o más dimensiones espaciales. Se elabora un marco teórico a partir de investigaciones recientes realizadas en diferentes campos disciplinares, como la física cuántica, la matemática, las neurociencias, la psicología, la biología, la filosofía y las ciencias sociales.
Algunas de las ideas centrales desarrolladas: el universo es multidimensional, con 10 o más dimensiones, del cual solo percibimos apenas una pequeña parte, configurando nuestra “realidad" limitada; la conciencia es una entidad hiperdimensional que se extiende más allá del cerebro y es capaz de persistir luego de la muerte; los fenómenos Psi como la telepatía y la conciencia global pueden explicarse a partir de la naturaleza hiperdimensional de la conciencia y de las relaciones interdimensionales.
Esta perspectiva plantea nuevos objetos de estudio transdisciplinares y otra forma de concebir la realidad y el ser humano.



Introducción

"Los fenómenos ocultos existen y los consideramos extraordinarios porque aún no dominamos su sistema operativo, pero en cuanto la ciencia lo consiga éstos serán perfectamente asimilados por la humanidad". (Albert Einstein)
La naturaleza de la conciencia sigue siendo un misterio para la ciencia, y es uno de los puntos clave para comprender las experiencias de percepción extrasensorial denominadas de manera colectiva como fenómeno psi (Novillo Pauli, 1975). Sin embargo muchos investigadores están comenzando a arrojar luz sobre este asunto.
Los aportes provienen de muy diversos campos del conocimiento que surgen a partir de objetos de estudio abordados de manera independiente por cada especialidad pero que acaban trascendiendo los límites disciplinares y revelando puntos de vinculación con otras investigaciones. Esta convergencia ha evidenciado que la comprensión de los fenómenos de la conciencia requiere de un esfuerzo transdisciplinario. Con esta finalidad, en años recientes han comenzado a construirse espacios de encuentro como el Centro de Estudios de la Conciencia en la Universidad de Arizona: su objetivo es reunir las perspectivas de la filosofía, las ciencias cognitivas, la neurociencia, las ciencias sociales, la medicina, las ciencias físicas, las artes y las ciencias humanas para avanzar hacia un entendimiento integrado de la conciencia humana. Es único por su enfoque de amplio espectro, ya que mientras otros grupos tienden a enfocarse en la neurociencia cognitiva, la filosofía o en enfoques puramente experimentales, el Centro integra estas áreas y plantea ideas creativas y novedosas que desbordan los límites convencionales de la ciencia (ver http://www.consciousness.arizona.edu/mission.htm).
Entre los aportes más significativos a la comprensión de la naturaleza de la conciencia se encuentran los provenientes de la física cuántica: a nivel subatómico, desaparecería la distinción entre conciencia y materia por lo que, de alguna forma, la primera sería capaz de interactuar con la segunda. En investigación paranormal este fenómeno se conoce como telekinesis o psicokinesis. Hay otros fenómenos inexplicados que también pueden comprenderse desde la misma perspectiva hiperdimensional, como por ejemplo las experiencias fuera del cuerpo, las experiencias cercanas a la muerte, la clarividencia, la clariaudiencia y la precognición. Todos estos son fenómenos derivados de la naturaleza de conciencia, la cual no se trataría de un mero producto de la actividad cerebral sino una entidad de naturaleza hiperdimensional. El neurocientífico John R. Smythies, de acuerdo con estas tendencias en física, sugiere que el organismo humano se extendería más allá del cuerpo e incluiría un módulo de conciencia (un Ser subjetivo) ubicado en una brana propia (una brana es un espaciotiempo de cuatro dimensiones encerrado en un espaciotiempo de más dimensiones) (Smythies, 2003)
Desde neurocientíficos, hasta físicos como Chamblin, Ashbourn y Herdeiro (1996a, 1996b), afirman que nuestra situación es análoga a la de los habitantes de la caverna platónica: somos seres confinados que solo percibimos sombras del mundo exterior y a duras penas logramos comprender lo que realmente sucede a nuestras espaldas. Como enuncian los editores del Journal of Consciousness Studies, "el campo de estudios de la conciencia se encuentra en una etapa muy temprana caracterizada por teorías rudimentarias, elementales, muchas de las cuales probablemente sufran grandes modificaciones con el tiempo", pero con el fin de realizar avances es deseable esta conceptualización amplia y diversa que provoque un debate animado por visiones variadas, por ejemplo de las ciencias cognitivas, la biología y la filosofía (ver http://www.imprint.co.uk/jcs.html).
La comprensión de los fenómenos que intento abordar exige no sólo conocimientos propios de psicología y de las ciencias sociales, sino también de las ciencias naturales, de la física y de la matemática. El conocimiento transdisciplinario se plantea como emergente de la superación de la disgregación de la ciencia, y apunta a una comprensión intelectual más amplia y profunda, fruto de una comunicación fluida entre especialidades.
La finalidad y el propósito de mi tesis fue elaborar una explicación racional mediante la construcción de un marco teórico capaz de objetivar esta ecléctica constelación de experiencias (Méndez, 2011). Se propone un recorrido por investigaciones en diversos campos de estudio como la física cuántica, las neurociencias, la psicología, la biología, la filosofía y las ciencias sociales, a partir de las cuales se construye un modelo transdisciplinario basado en las matemáticas para concebir a la conciencia, a Psi –y a otros fenómenos relacionados– como entidades y fenómenos de naturaleza hiperdimensional, es decir, que existen o se producen en el hiperespacio (espacio o entorno conformado por cuatro o más dimensiones espaciales). Conocer es configurar. De la configuración o entrecruzamiento de miradas disciplinares emerge la perspectiva hiperdimensional como forma de concebir la realidad y como posible recurso para iluminar el análisis de multitud de fenómenos.
La investigación científica requiere dar saltos creativos aún antes de contar con evidencia irrefutable. Esta tesis presenta hipótesis aventuradas y con algunos puntos que aún son nebulosos pero considero que las ideas centrales son válidas: la conciencia es una entidad multidimensional ubicada en el hiperespacio, en donde participa en procesos y fenómenos como la telepatía, su vinculación al cuerpo material es circunstancial y esto le permite subsistir luego de la muerte ya que somos seres hiperdimensionales viviendo una experiencia tridimensional transitoria.
En los últimos treinta años, la idea de las dimensiones adicionales pasó a representar un papel central en las teorías físicas de vanguardia. Los físicos hablan de 10, 11 o más dimensiones según el modelo considerado. El físico Michio Kaku (1994) indica que ya se han publicado más de 5000 artículos relacionados con la teoría de las dimensiones superiores, mientras que Stephen Hawking (2002) afirma que “la idea de dimensiones adicionales resulta muy excitante para nuestra búsqueda de un modelo o teoría definitivos. Implica que vivimos en una superficie tetradimensional en un espacio-tiempo de dimensiones más elevadas” (p. 50). Las nuevas dimensiones son importantes para la física pero también para otras disciplinas: la perspectiva hiperdimensional puede cambiar la forma en que concebimos la realidad, la naturaleza, y el ser humano.
Por ejemplo, las teorías espacio-temporales de la conciencia relacionan los rasgos geométricos de la experiencia consciente con las propiedades geométricas del universo. Randall (2005) postuló la existencia de un “Megaverso” un espacio hiperdimensional que contiene al universo. Asimismo,  Rauscher y Targ (2001) desarrollaron la teoría sobre universos múltiples que estarían contenidos en el megaverso. También postularon la existencia de un espacio de ocho dimensiones donde podrían producirse fenómenos como el de la visión remota, la capacidad de obtener información de un lugar ubicado a gran distancia utilizando sólo la mente. En consonancia, investigadores de diferentes especialidades están llegando a conclusiones similares. Según Hamilton (2008), la conciencia es una entidad independiente de la estructura biológica del ser humano, que estaría anclada en el cerebro pero que se extiende más allá de éste, en otras dimensiones.
Para comenzar a explorar el espacio oculto de las dimensiones adicionales, se puede construir un modelo que permita comprender fácilmente las implicaciones de las teorías físicas que muestran que vivimos en un universo de más de tres dimensiones. Tal modelo es el punto de partida para entender la naturaleza de la conciencia, y diferentes fenómenos relacionados a ésta.

Desarrollo y conclusiones

1. La hipótesis del ser subjetivo hiperdimensional: 3 afirmaciones basadas en 3 observaciones
Planteo esta hipótesis para resumir algunas conclusiones del proceso de disgregación, análisis y síntesis:
Observación 1: Por medio de la geometría se pueden describir espacios y objetos de n dimensiones. La física teórica postula la existencia de diez dimensiones espaciales y una temporal. La materia y el espacio-tiempo estarían inmersos en dicha dimensión.
Observación 2: La conciencia del ser humano influye en los procesos aleatorios a nivel microscópico y macroscópico. A nivel subatómico desaparecería la distinción entre conciencia y materia.
Observación 3: Los relatos de personas que regresaron a la vida luego de experimentar muerte cerebral durante poco tiempo (“experiencias cercanas a la muerte”) guardan estrecha similitud con lo que experimentaría un observador en la cuarta dimensión espacial (u otra superior), ubicado a una corta distancia en dirección ortogonal a nuestro espacio tridimensional.
Afirmación 1: Los átomos son entidades de cuatro o más dimensiones espaciales, de los cuales sólo percibimos su porción tridimensional.
Afirmación 2: Los organismos vivos, al estar compuestos por partículas hiperdimensionales, poseen una organización hiperdimensional de complejidad proporcional a la de la organización biológica tridimensional.
Afirmación 3: Los fenómenos Psi se derivarían de las propiedades de la organización hiperdimensional de los seres vivos. La conciencia es una entidad hiperdimensional temporariamente asociada a un cuerpo biológico que persiste más allá de la muerte.
A continuación desarrollo algunos puntos que fundamentan la hipótesis anterior.

2. Un modelo para comprender las relaciones entre las dimensiones espaciales.
El modelo dimensional que propongo consiste en la confluencia de las tres afirmaciones de la hipótesis recién mencionada. Para deducirlas utilicé, en esencia, la definición geométrica de dimensión, teorías físicas sobre las dimensiones y razonamientos por analogía y metáfora. El razonamiento analógico se ha utilizado ampliamente en las ciencias naturales y sociales. El núcleo del modelo es la analogía de tres términos conocida como “analogía dimensional”, que permite analizar la forma en que (n – 1) dimensiones se relacionan a las n dimensiones, y de allí inferir cómo n dimensiones se relacionarían a (n + 1) dimensiones.
Las conocidas relaciones entre cuerpos de dos y tres dimensiones (Foro) permiten explicar las menos conocidas relaciones entre cuerpos de tres y cuatro dimensiones (Tema). Se aclarará el Tema por el Foro. A partir de allí se verá cómo aplicar estas relaciones a fin de plantear hipótesis explicativas para los fenómenos psi.

2.1. Foro de la analogía dimensional
2.1.1 Concepto de dimensión espacial
En matemáticas, la dimensión es un parámetro requerido para determinar la posición de un objeto o su medida. Un sistema que relaciona las dimensiones a las posiciones en el espacio se llama sistema coordenado. La geometría cartesiana escoge direcciones ortogonales en el espacio, es decir que cada dirección está en ángulo recto con las demás. Las 3 dimensiones ortogonales del espacio se conocen como altitud, longitud y latitud. La cuarta dimensión espacial, por lo tanto es la dirección en el espacio con ángulo recto a las 3 direcciones observables. En el sistema de ejes coordenados de la fig. 1, si medimos los ángulos entre los ejes z e y encontraremos que tiene más de 90º pero comprendemos que esto se debe a la deformación por la perspectiva en el espacio 3D. Sucede lo mismo con los ángulos rectos entre w, x, z que están deformados por la perspectiva en el espacio 4D.

Podemos pensar en la forma en que indicamos el tamaño de un objeto, es decir, su longitud, su anchura y su altura. Así, un plano es un objeto de 2 dimensiones: tiene longitud y anchura pero no profundidad. Un cubo es un objeto de 3 dimensiones: tiene longitud, anchura y profundidad. Un teseracto, o hipercubo, es un objeto de 4 dimensiones: tiene longitud, anchura, profundidad y otra dimensión que forma un ángulo recto con estas tres (ver Figura 2).
Se suele emplear el prefijo hyper, (“encima de”) para designar las entidades de más de 3 dimensiones. Así, el Teseracto es un cubo de 4 dimensiones o un hipercubo. Lo mismo se aplica para el hiperespacio (espacio de 4 dimensiones espaciales). Vale aclarar que las dimensiones como la altura, la longitud y la latitud son dimensiones espaciales y el tiempo es la única dimensión temporal. En la teoría de la relatividad se designa al tiempo como la cuarta dimensión, pero el criterio aplicado en este enfoque es el de la física de supercuerdas, que distingue entre 10 dimensiones espaciales y una única dimensión temporal.
2.1.2. Flatland
En 1884, el matemático Edwin Abbott (1884) publicó un relato didáctico que ilustra la posibilidad de mundos de más dimensiones. Se ha destacado por su aplicabilidad al diseño de gráficos computarizados, al análisis de datos y a la física del siglo XX.
Flatland (“Planilandia”) es un mundo de dos dimensiones, una superficie llana sobre la que seres planos de diversas formas geométricas se deslizan, sin abandonar nunca ese mundo o imaginar siquiera que pudiera existir algo distinto. Es una situación análoga a nuestra perspectiva como seres de 3 dimensiones: si bien somos incapaces de experimentar directamente la cuarta dimensión espacial, podemos concebirla matemáticamente y estudiarla por medios indirectos.
Imaginemos un mundo donde todos los seres son perfectamente planos. Conocen las direcciones derecha-izquierda y delante-atrás, pero no tienen comprensión del arriba-abajo, o sea, la tercera dimensión que forma ángulo recto con las otras dos y que no pueden experimentar.

Todo ser plano de Flatland ve a otro cuadrado como un corto segmento de línea, el lado del cuadrado que está más cerca de él. Un ser tridimensional, como uno con forma de pera, que se encuentre por encima de la superficie de Flatland sin tocarla o atravesarla, resulta indetectable para los seres planos. En la Figura 3, el recuadro negro debajo de la imagen muestra la forma en que un ser de 2 dimensiones ve su entorno. Su campo visual sería una línea en la cual vería los objetos de canto. Obsérvese que, desde la perspectiva bidimensional, la pera flotando sobre Flatland sería invisible para sus habitantes, aunque sólo esté un milímetro por encima de ellos. Si pudieran “levantar la mirada” lo verían, pero para los cuadrados esto es imposible: están encerrados en sus dos dimensiones (Sagan, 1987). Del mismo modo, todos estamos confinados, encerrados en nuestras tres dimensiones y no podemos percibir los objetos de cuatro dimensiones, aún cuando estén muy cerca de nosotros.
Todo lo que sucede encima de Flatland permanece ignoto para sus habitantes. Si dos seres 3D con forma de pera se comunicaran, las señales enviadas entre una y otra serían imperceptibles –inexistentes– para los seres planos: jamás las detectarían (Figura 4). Pero podrían deducirlas matemáticamente y, de manera indirecta, a través del comportamiento de los seres 3D que establecen contacto su mundo plano.
Si el ser tridimensional le hablara a uno de los cuadrados, éste no podría identificar el origen de aquella voz, pues no vería ningún ser en las cercanías, en su realidad plana. Efectivamente, la voz proviene de un ser de otra dimensión, fuera de su mundo. Pero puesto que el cuadrado no puede concebir la existencia de una realidad tridimensional, podría llegar a creer que la voz proviene de dentro de él. En tal caso se podría decir que el cuadrado experimentaría un fenómeno de “clariaudiencia”, la experiencia de escuchar voces del “más allá”. Para los seres planos, resultaría muy difícil diferenciar entre este suceso de “comunicación interdimensional” y una patología psiquiátrica.
En este punto podemos establecer una analogía entre Flatland y nuestro mundo tridimensional. Si un ser de cuatro o más dimensiones nos “hablara” podríamos escucharlo pero no verlo, pues no podemos dirigir la mirada fuera de nuestra realidad 3D. Sentiríamos que la voz proviene de nuestro interior o sea, sería difícil diferenciarla de la “voz de nuestra conciencia”. Si le damos un pequeño giro a esta idea, podríamos plantear incluso que la misma conciencia es una entidad hiperdimensional, una parte hiperdimensional de nosotros mismos. En efecto, numerosos investigadores de la mente plantean que la conciencia es una entidad hiperdimensional, un concepto que encuentra sustento en el marco de la cosmología y la física teórica más reciente.
Recurriendo al modelo de Flatland podemos ilustrar en forma esquemática que es posible concebir a la telepatía como comunicación entre conciencias a través del hiperespacio. Se trata de una primera aproximación rudimentaria, súper simplificada, pero es efectiva como punto de partida. Si pensamos que un cuadrado representa nuestro cuerpo 3D y una pera nuestra conciencia (entidad de más de 3D) la comunicación entre dos peras tridimensionales sería equivalente a la telepatía, pues en el plano el fenómeno se manifestaría como pensamientos evocados simultáneamente en dos cuadrados distanciados (Figura 4). En el plano no se evidenciaría ninguna conexión, pues la misma se produce a través de la tercera dimensión. De igual modo, en nuestro espacio tridimensional es imposible detectar algún tipo de conexión entre sujetos distanciados, pues la misma se produce a través del hiperespacio de cuatro o más dimensiones.
Entonces, lo único que indica la existencia de una conexión entre personas es la consonancia en sus pensamientos y comportamientos, cuando se comprueba estadísticamente que es imposible que hayan sucedido por casualidad: efectivamente, esto es lo que sugieren los diferentes experimentos sobre telepatía llevados a cabo durante los últimos 50 años en todo el mundo.

2.2. Tema de la analogía dimensional
El experimento de Aspect, Dalibard y Roger (1982) demostró que dos partículas subatómicas presentan comportamiento gemelo: si una cambia su plano de oscilación, la otra también lo hará instantáneamente, aunque se encuentre muy alejada de su compañera. Se comprobó que es imposible que una comunique la alteración a la otra, pues cualquier señal tendría que viajar más rápido que la velocidad de la luz. Como esto es imposible, se plantea que la influencia no se produce a través del espacio tridimensional. Michael Talbot (1992) sostiene que el descubrimiento de Aspect implica que la realidad objetiva no existe, y ofrece sustento al modelo holográfico del universo del físico David Bohm.
La teoría holográfica plantea que, desde la perspectiva de otras dimensiones, las partículas no son entidades individuales sino que están conectadas de forma que se comportan como una única entidad. Las partículas subatómicas parecen estar separadas debido a que sólo apreciamos una parte de su realidad. Y, como cada cosa dentro de la realidad física está constituida por partículas, se deduce que el universo entero es holográfico: esto significa que a un nivel más profundo de la realidad, todas las cosas se encuentran infinitamente interconectadas.
Siguiendo ésta línea de pensamiento se pueden concebir, metafóricamente, a las partículas como la parte visible de un iceberg que se oculta bajo la superficie del agua. Representemos la vinculación entre partículas separadas como un submarino que golpea los icebergs. El submarino es imperceptible para un observador en la superficie, que sólo es capaz de observar cómo los icebergs se mueven “misteriosamente” sin causa aparente.
Por supuesto que la verdadera naturaleza de la relación entre partículas gemelas, si bien aún es desconocida, seguramente es radicalmente diferente y mucho más compleja. Incluso es posible que interpretemos a las partículas como dos entidades separadas cuando en realidad se traten de una misma entidad (un mismo iceberg conectado bajo el agua). La ilusión de separabilidad puede ser un mero producto de nuestra perspectiva restringida y condicionada. Pero, lo importante aquí es que, en esencia, se podría concebir que un fenómeno fuera de nuestra visión (fenómeno ubicada en el espacio tetradimensional) es responsable de un efecto medible en nuestro espacio tridimensional, entre objetos que sí podemos percibir.
Hay varias teorías que describen esta propiedad “holográfica” de la realidad en la que los elementos de un sistema funcionan en consonancia sin que haya influencias conocidas entre ellos. Estas influencias “ocultas” son la causa del fenómeno de “conciencia global”, según explican los científicos del Proyecto Conciencia Global (PCG), que desde 1998 examinan las “correlaciones sutiles que reflejan la presencia y la actividad de la conciencia en el mundo” (Dunne & Jahn, 1992; Radin & Nelson, 1989). Se demostró experimentalmente que la conciencia humana puede interactuar con sistemas físicos finamente calibrados, como los generadores de números aleatorios (conocidos como REG). Los análisis estadísticos sugieren que la voluntad puede hacer que la secuencia de números producida por los REG deje de ser aleatoria. Es como si intencionalmente pudiéramos cambiar, por ejemplo, la igualdad de posibilidades de obtener cara o cruz en el lanzamiento de una moneda para que en lugar de ser de 50% para cada una de ellas sea de 35% para una y 65% para la otra. Esto sucede cuando las personas mantienen la intención de hacerlo, o cuando se presenta un estado especial de conciencia grupal coherente. Los resultados de la red mundial de generadores de números aleatorios sugieren que los eventos importantes que atraen la atención de millones de personas afectan la “conciencia global” y esto se ve reflejado en los fenómenos aleatorios, que pasan a adoptar patrones no aleatorios.

Esta influencia oculta, también se manifiesta en los experimentos de telepatía llevados a cabo por la Universidad de Princeton, entre otros. Uno de ellos es el experimento Ganzfeld: dos sujetos aislados entre sí intentan intercambiar información a través del pensamiento. Un sujeto se ubica en un cuarto en un estado de relajación y ausencia de estímulos. Simultáneamente, en otro cuarto o edificio, otra persona mira una fotografía o un video clip seleccionado al azar de un banco de fotos o videos. Al final de la sesión, se le pregunta a la primera persona si puede identificar, entre cuatro imágenes, cuál era la que estaba viendo la otra persona. Si estuvieran adivinando, la tasa de éxito sería, estadísticamente, de cuatro a uno. Sin embargo, los resultados de los experimentos Ganzfeld realizados entre 1974 y 1985 arrojaron una significancia estadística de un billón a uno (ver http://www.sheldrake.org/D&C/controversies/RSA_text.html)
Sin embargo, pareciera que, ante estos resultados, en ciertos ámbitos científicos existiera “una negación de la evidencia, una ceguera a la evidencia, una ignorancia deliberada y gente que no quiere ver a través del telescopio de Galileo” (The Telepathy Debate, 2004), según expresó el biólogo británico Rupert Sheldrake, conocido investigador y promotor de la teoría de que las personas y los animales pueden comunicarse por vía telepática (ver http://www.lagranepoca.com/25603-libro-the-science-delusion-parte-1-genetica-herencia-telepatia). Sheldrake también manifestó que:
“es una barbaridad que en el mundo científico exista este tipo de comportamiento, lo que creo que desacredita toda la ciencia, que necesita basarse en la evidencia, no en el dogma. (...) Es un tema tabú. Es extraordinario que científicos que claman ser los más racionales de los racionalistas, se tornen extraordinariamente irracionales cuando abordan el tema de la telepatía. De alguna manera, este fenómeno psíquico quedó en el compartimiento de la ‘supersitición’ y desde entonces, se supone que la gente racional no cree en ello. Creo que esa es la razón (como hecho sociológico) por la que no encontrará artículos serios sobre esto en los diarios o en los programas Horizon en la BBC, porque están más allá de los límites del discurso racional y la gente con formación sabe que, al menos en público, deben negar la telepatía o no hablar sobre ella. El castigo por hacerlo es ser tildado de crédulo, supersticioso o estúpido y nadie quiere perder protagonismo intelectual.”
Sheldrake sostuvo que los experimentos realizados durante todo el siglo veinte dan resultados positivos y altamente significativos desde una perspectiva estadística, por encima de lo que se espera por casualidad. En base a ello podemos concluir que efectivamente existe una comunicación telepática débil pero significativa. Así, a nivel de las conciencias de dos personas, hay algo que funciona en consonancia, algo que muestra un comportamiento gemelo a distancia: un fenómeno análogo al del comportamiento gemelo de las partículas subatómicas.
Al igual que en los sistemas de partículas gemelas, la comunicación telepática se establecería a nivel hiperdimensional, tal vez a través de un medio como la noosfera (esfera del pensamiento humano) que posibilita la transmisión de información entre las “extensiones hiperdimensionales” de los seres humanos. Si toda partícula es como un iceberg, cualquier estructura superior formada por ellas, cualquier organismo vivo (el mismo ser humano) también posee una parte visible y otra oculta en el hiperespacio. A su vez, esa parte hiperespacial sería la que interactúa con entidades puramente hiperdimensionales que nunca ingresan al espacio tridimensional: la conciencia, el cuerpo astral, el alma, que pueden manifestarse en nuestro entorno de manera indirecta (como la actividad cerebral).
El neuropsiquiatra John Raymond Smythies (2003) plantea, que la experiencia consciente, y todos los contenidos de la consciencia, -incluidas nuestras sensaciones visuales- se encuentran en un espacio, o brana, propia, fuera del universo físico, en una de las dimensiones planteadas por la teoría de cuerdas.
Otros estudiosos de la conciencia como Rauscher y Targ (2001) coinciden con Smythies al plantear que la conciencia puede describirse como una entidad hiperdimensional y que dicha concepción permitiría explicar los fenómenos “paranormales” como la visión remota y la telepatía. Estas extensiones hiperdimensionales del ser humano interactuarían en el hiperespacio a través de espacios o entidades de más de tres dimensiones, como la noosfera. La noosfera sería un tipo de campo morfogenético, concepto planteado por Rupert Sheldrake (2003), quien también defiende el concepto de que la mente se extiende más allá del cerebro.
Los creadores de estas teorías enfatizan que son hipótesis y que las predicciones que proponen deben ser consideradas protociencia en lugar de pseudociencia, ya que constituyen el primer paso necesario para realizar avances científicos (ver http://www.nationmaster.com/encyclopedia/Hypotheses-of-consciousness-and-spacetime). Sin embargo, el tabú persiste: los trabajos sobre estos temas se siguen censurado por ser considerados “pseudociencia” alegando que no hay evidencia suficiente para sustentar tales afirmaciones. Lo curioso es que, con el mismo criterio, también deberían censurarse los trabajos sobre universos paralelos. Pero eso no sucede.

3. Aplicaciones de la analogía dimensional
Los resultados del estudio estadístico de las alteraciones registradas por el Proyecto Conciencia Global (Radin & Nelson, 1989) sugieren que, por lo menos, a nivel subcuántico existiría una interrelación entre conciencia y realidad física. A su vez, los experimentos Ganzfeld sugieren que existe una vinculación débil pero significativa entre las conciencias individuales. Smythies (2003) plantea que la conciencia es una entidad existente en otra dimensión.
Mi propuesta de explicación consiste en relacionar estos conceptos y plantear que la comunicación telepática se basa en el mismo tipo de vinculación que sugiere la teoría holográfica pero que en lugar de producirse entre partículas subatómicas se produce entre las conciencias -entidades hiperdimensionales- en el hiperespacio, mediatizadas a traves de la noosfera.
En el espacio de dimensiones superiores se encontrarían diferentes objetos hiperdimensionales, que en la física de las supercuerdas se conocen como “branas”. Nuestro universo es la superficie de una brana. La parte de las partículas que está “sumergida” en el hiperespacio interactúa con las branas dando origen a diferentes fenómenos. Nuestro cuerpo, un conjunto de partículas, no se limita a la porción material 3D y 4D sino que consta de una brana propia a la cual está conectada y que actúa como “módulo de conciencia donde se alojaría el Ser subjetivo” (Smythies, 2003).
Este módulo interactuaría en el hiperespacio a través de la noosfera, un tipo de brana o campo morfogenético: una entidad hiperdimensional omnipresente que transporta y almacena toda la información del pensamiento. Es a la vez un medio de comunicación, un espacio de almacenamiento de información (una suerte de registros akáshicos) y un entorno en el sentido planteado por Echeverría (1999) en la Teoría de los Entornos: sería el cuarto entorno, el de la comunicación hiperdimensional.
Se puede acceder a la información de la noosfera de modo consciente e inconsciente, incluyendo los métodos de adivinación (cuya precisión varía según el método utilizado y la capacidad del intérprete) y de acceso a diferentes estados de conciencia, como por ejemplo las hipnosis autoinducidas que emplea el psiquiatra Brian Weiss en sus terapias regresivas.
La interacción de los seres humanos con el entorno hiperdimensional podría ser el núcleo de un marco teórico para explorar una amplia variedad de fenómenos que hoy se catalogan como paranormales, como la telepatía, la telekinesis, la precognición y las experiencias cercanas a la muerte (ECM). Si bien abundan los ejemplos sobre las ECM voy a mencionar uno particularmente ilustrativo. Existe un procedimiento quirúrgico novedoso para extraer aneurismas críticos en el que se lleva al paciente hasta un estado de muerte clínica por hipotermia inducida. Se opera al paciente sin vida durante aproximadamente una hora y luego se lo resucita. En esta operación, denominada “hypothermic cardiac arrest” (algo así como “paro cardiaco por hipotermia”), se lleva la temperatura del cuerpo del paciente a 15,55 ºC. En ese estado, sus latidos y respiración se detienen, los instrumentos no registran ondas cerebrales, y se le extrae la sangre de la cabeza. En pocas palabras, el paciente está muerto. Pero tras extirpar el aneurisma, el paciente es devuelto a la vida. Al regresar, algunos de ellos dicen haber escuchado perfectamente los diálogos de los médicos durante la cirugía e incluso los describen con sumo detalle, al igual que sucesos ocurridos durante la operación.
Muchos médicos investigadores de las ECM, como Michael Sabom (1998) y Allan Hamilton (2008), entre otros, dicen que esto es un misterio, porque durante la operación el electroencefalograma muestra una línea absolutamente plana: ningún impulso eléctrico recorre el cerebro. Un cuerpo muerto, absolutamente sin actividad durante una hora, es físicamente incapaz de registrar nada. Entonces se preguntan ¿cómo es posible que las personas escucharan y recordaran esos diálogos? Es posible si la conciencia no está situada en el cerebro ni en otra parte del cuerpo, sino que es una entidad hiperdimensional capaz de seguir existiendo luego de la muerte del cuerpo, el cual sería apenas un medio a través del cual se manifiesta la conciencia.

4. El entorno hiperdimensional
Echeverría (1999) postula tres entornos o grandes espacios sociales en los que se desarrolla el proceso de la comunicación, cada uno con características y modalidades propias: la naturaleza, la ciudad, y el espacio electrónico creado por las tecnologías de la información y la comunicación. Se podría postular la existencia de un cuarto entorno localizado en el hiperespacio, es decir, en el espacio hiperdimensional adyacente al espacio tridimensional. En ese entorno estarían: el campo morfogenético de la noosfera, la prolongación hiperdimensional de los cuerpos físicos inmersos en nuestra realidad tridimensional, los objetos hiperdimensionales (branas) asociados a los cuerpos físicos 3D. El alma sería un tipo de brana vinculado a los organismos vivos.
El concepto de cuarto entorno y el modelo dimensional pueden contribuir a una base teórica para explicar las experiencias psi, que serían formas de “interacción hiperdimensional”, comunicación en el cuarto entorno, entre personas y con el ambiente, a través de los campos morfogenéticos y/o por otros procesos aun desconocidos.
Pueden explicarse una multitud de fenómenos apelando al carácter hiperdimensional de la realidad, desde un enfoque científico transdisciplinario. No solo los fenómenos paranormales, las ECM, y la mediumnidad (comunicación entre seres humanos y entidades que no pertenecen al plano de existencia físico donde nos desenvolvemos), sino también la naturaleza del alma y otros conceptos espirituales.
Por ejemplo, la omnipresencia. El entorno hiperdimensional, pese a ser "imperceptible", es omnipresente. Se puede esbozar una definición de la omnipresencia para un espacio determinado: “Para un espacio E de “n” dimensiones, una entidad A de n+1 dimensiones es omnipresente a E si desde cualquier punto de E se puede acceder a A al desplazarse una distancia x en al menos una de las direcciones ortogonales a las n dimensiones que determinan al espacio E.” Un libro colocado en forma paralela a una hoja, a una distancia de un milímetro de ésta, es omnipresente para la hoja, porque desde ella se puede acceder al libro al elevarse un milímetro en la dirección del eje que forma un ángulo de 90 grados con la superficie de la hoja. Sin embargo, el libro no puede ser visualizado ni alcanzado por ningún hipotético ser plano que habite la superficie de la hoja, pues no puede desplazarse en la tercera dimensión.
A su vez, de la definición de omnipresencia se deduce que un observador posicionado en la dimensión de mayor número (dimensión 10, 11, o superior, según la teoría empleada) sería capaz de verlo todo, y sin embargo sería imperceptible para los observadores de las dimensiones inferiores: en cierto modo sería omnisciente merced a esa situación de panoptismo absoluto.
La noción de omnipresencia no es una idea alocada, sino una deducción matemática. Se debería analizar con mayor profundidad los conceptos espirituales presentes en las religiones. Esta explicación matemática de la omnipresencia hace que la idea de una entidad omnipresente sea perfectamente concebible, como una entidad de 11 o más dimensiones, omnipresente, omnisciente y omnipotente.

5. Entornos y Marcos Temporales
La naturaleza del tiempo y cómo opera en diferentes entornos dimensionales es otro punto clave para interpretar desde la clarividencia hasta la inmortalidad del alma: ¿Es el tiempo una dimensión lineal o fractal? A nivel macro nos parece lineal, pero en el reino subatómico parece ser fractal, -una suerte de línea con invaginaciones enmarañadas- cuyo discurrir parece violar la secuencialidad pasado-presente-futuro.
Pim van Lommel (2012) afirma que sus experiencias son recurrentes y concurrentes: confluyen tiempo -pasado, presente y futuro: tienen visiones- y espacio en sensación de unidad. Y esos testimonios de cada día coinciden con los relatos de la mística y las visiones de profetas, gurús y santos desde hace siglos. A su vez, los resultados de los experimentos con los REG del Proyecto Conciencia Global, indicarían que la influencia es independiente del tiempo, pues se registraron alteraciones de los dispositivos con antelación al evento con el que los investigadores las relacionan.
Estas afirmaciones son contrarias al sentido común, pero la relatividad muestra que el concepto de simultaneidad no es universal, y que el pasado y el futuro pueden coexistir con el presente: los observadores en diferentes marcos de referencia tendrán diferentes percepciones de cuáles eventos están en el futuro y cuales en el pasado, cada uno tendría un flujo de tiempo diferente en lugar de un momento presente único para todo el universo (ver http://en.wikipedia.org/wiki/Block_Theory_of_the_Universe).
También en el mundo cuántico el espacio-tiempo se distorsiona formando la “espuma cuántica”. El tiempo como lo conocemos carece de sentido en distancias infinitesimales, inferiores a la distancia de Planck (1,6 x 10–35 metros) y más breves que el tiempo de Plank (5.391×10–44 segundos)
Estas anomalías temporales pueden entenderse si consideramos al tiempo como una dimensión fractal, no lineal. En este reino de lo infinitamente pequeño, el tiempo se comporta de manera diferente a lo que se podría esperar desde el sentido común.
Las partículas y entidades del mundo subatómico, las puntas del iceberg que emergen del océano hiperdimensional, quizás estén mostrando en sus procesos un indicio de lo que sucede en el hiperespacio, en otros reinos de existencia. Como dijo Einstein “La diferencia entre pasado presente y futuro es pura ilusión”. Entonces, ¿qué condiciones circunscriben el accionar del tiempo? ¿Están todas las dimensiones influenciadas por el factor temporal o es concebible que exista un espacio de existencia fuera del tiempo?
La relación entre la dimensión temporal y las dimensiones espaciales parece ser diferente en cada entorno. El indisociable espacio-tiempo en el que estamos inmersos puede ser solo un caso especial, una condición local de nuestro universo tridimensional, mientras que el entorno hiperdimensional que lo contiene parece habilitar condiciones diferentes. Quizás incluso hay más de una dimensión temporal, que genera planos y espacios temporales con infinidad de líneas y posibilidades. Nuestra “línea” temporal (o dimensión temporal) podría ser solo una arista de un poliedro temporal multidimensional que se extiende en el hiperespacio, del cual nosotros solo podemos experimentar una fracción: el discurrir unidireccional continuo e inexorable del pasado al futuro a una velocidad de un minuto cada 60 segundos. Esta percepción nuestra del tiempo sería apenas una pobre distorsión de las posibilidades de la naturaleza del tiempo, apenas una sombra tenue en las paredes de la caverna Platónica.
Se están desarrollando teorías físicas con más de una dimensión temporal, como la que postula Bars (2007), quien encontró indicios de una física con “dos tiempos” en la llamada teoría M, que abarca las teorías de cuerdas. Con dos dimensiones, el tiempo se convierte en un plano y esto habilita toda una serie de situaciones impensables si se considera la existencia de un único marco temporal universal, como por ejemplo los viajes en el tiempo y la posibilidad de observar “desde lejos” los diferentes puntos de una línea temporal, lo cual daría sustento teórico a la posibilidad de la precognición. Bars afirma que las dimensiones temporales son más que meras suposiciones matemáticas, que están ahí afuera y que son tan reales como las que experimentamos directamente (Chown, 2007)
Aún no hay consenso acerca de la relación de estas múltiples direcciones temporales con el tiempo convencional, pero algunos enfoques más filosóficos ofrecen propuestas interesantes.
Dunne (2008) describe una ontología en la que hay una jerarquía infinita de mentes conscientes, cada uno con su propia dimensión de tiempo y capaz de ver los eventos en las dimensiones de tiempo inferiores desde el exterior.
Bennett (1997) postula un universo con tres dimensiones temporales, a las que él llamó tiempo, eternidad, e hyparxis. El primero es el tiempo secuencial cronológico que nos es familiar. Las dimensiones de la eternidad e hipertiempo, llamado hyparxis, tienen propiedades distintivas. La eternidad se podría considerar el tiempo cosmológico o tiempo “atemporal”. Hyparxis se supone caracterizado por la potencialidad, por las posibilidades de que algo suceda, un carácter que se evidencia en el ámbito de los procesos cuánticos.
Relacionado a estos enfoques multitemporales, Ross (1994) plantea que “Dios no estaría confinado en el tiempo, como sí lo está el universo”. Con “dos dimensiones temporales, el tiempo se convierte en un plano con tantas líneas y tantas direcciones como uno quiera”. Por ejemplo una línea temporal curvada sobre sí de manera que sus extremos se toquen, una línea trazada sobre una superficie esférica exterior al universo. Esta línea temporal nunca cruzaría o tocaría la línea temporal de nuestro universo, por lo que una entidad que habite en esa superficie no tendría comienzo ni fin. Tres o más dimensiones temporales generarían espacios temporales con posibilidades aún mayores, al habilitar superficies temporales más complejas (ver http://www.cosmicfingerprints.com/audio/newevidence.htm).
Dándole un giro más a esta idea podríamos pensar que una superficie con dicha línea temporal alternativa podría ser omnipresente a nuestra realidad tridimensional, como sucede en el modelo del plano cercano y paralelo a la superficie de Flatland, al que sólo puede ingresar la parte superior (equivalente a la conciencia) del cuerpo de los seres planos. Quizá esta pueda ser una situación análoga a nuestra realidad, en la que la conciencia y el alma permanecen en un plano diferente, con otra línea temporal sin comienzo ni fin, y que se encuentran condicionadas en lo temporal solo de manera circunstancial, mientras estén asociadas al cuerpo sujeto a la línea temporal que conocemos.
Si las conciencias (ya sea la divina o la humana) pueden observar la o las líneas temporales (o las superficies temporales) desde “afuera” podrían ver eventos y potencialidades del futuro y del pasado (o sea aquellas que podrían haber sucedido si los acontecimientos hubieran tomado otro camino). Entonces, la clarividencia y la precognición serían propiedades derivadas de las propiedades de las tres dimensiones propuestas por Bennet, tiempo, eternidad, e hyparxis.
Por lo pronto, hasta que la ciencia logre evidencia al respecto, la única constatación de que esto podría ser así es la abundante información canalizada por diferentes mediums, canalizadores, clariaudientes. Por ejemplo, según Carroll (2011), canalizando a la entidad no encarnada conocida como Kryon, afirma que “el Espíritu [o el reino espiritual y las entidades que lo habitan] está en un estado cuántico, donde el tiempo no avanza, como sucede para ustedes. Así que, incluso mientras hablamos, sabemos de los potenciales que pueden ocurrir en lo que podríamos llamar un tiempo futuro. Pero para nosotros no es el futuro, sino simplemente una sopa de los potenciales [observadas en simultáneo]. No hay garantía de que así será. Para nosotros un gran potencial es lo que se podría llamar el lienzo de lo que podría suceder. ¿Ven cuál es el catalizador aquí? Es la libre elección humana.” (ver http://www.kryon.com/k_channel11_tucson.html)
En base a esta idea de un marco temporal diferente, eterno y flexible, independiente al continuo devenir que experimentamos, y de acuerdo al concepto de dimensión espacial, también es concebible la existencia del alma y las entidades espirituales “encarnadas” y “no encarnadas”: pensemos en la existencia de “branas” flotando en un “megaverso” que contiene nuestro universo. Una entidad espiritual sería un tipo de brana asociada a un organismo biológico a través de las partes hiperdimensionales del ser vivo (la parte oculta del iceberg).
Weiss (1997), quien también registró información canalizada por sus pacientes en trance, afirma que nuestro cuerpo es sólo un vehículo mientras nuestra alma está en este mundo y que nuestra vida en la Tierra es apenas un lugar entre otras dimensiones. Y Pim van Lommel, concluye que “nuestra conciencia no es más que un retransmisor para esta dimensión de nuestro ser. Es como una radio que, mientras vivimos aquí, sintoniza con este universo. Nuestra muerte sólo es un cambio de conciencia, una transición. Sólo morimos en una dimensión para pasar a otras”.
Parafraseando al paleontólogo y filósofo francés Teilhard de Chardin (1982), quien dijo que somos “seres espirituales teniendo una experiencia humana”, se podría afirmar que "somos seres hiperdimensionales teniendo una experiencia tridimensional".
Nuestra percepción de la realidad es limitada e incapaz de dar cuenta de manera directa de todo lo que existe. Vale decir que la realidad no está únicamente determinada por las tres dimensiones espaciales conocidas más la dimensión temporal, sino que existen dimensiones espaciales adicionales que deben tenerse en cuenta para lograr una concepción completa de la realidad, a los fines de comprenderla en muchos aspectos.

6. Un experimento
Se pueden plantear experimentos similares a otros realizados sobre telepatía –como la técnica Ganzfeld (The Telepathy Debate, 2004)– para comenzar a explorar los límites de la supuesta capacidad de las personas para acceder al hipotético cuarto entorno y sus potenciales aplicaciones. La idea es recolectar datos a través de un cuestionario estructurado, partiendo de una hipótesis de que todos los seres humanos somos potencialmente capaces de acceder a una fuente común de información en forma inconsciente.
El cuestionario debe plantear preguntas de opción múltiple sobre un tema que el entrevistado desconozca. Éste debe contestarlas apelando no al razonamiento sino al presentimiento, optando por la respuesta que, según su convicción, es la acertada. Para evitar la intervención de algún proceso de razonamiento más profundo posiblemente se obtengan mejores resultados si el entrevistado responde rápidamente. Luego se analizan estadísticamente las respuestas de los entrevistados para determinar si la tasa de éxito se condice con una significancia superior a la esperable por azar. De ser ese el caso, se podría inferir que los entrevistados respondieron acertadamente no por casualidad sino por otra causa, que podría ser la de haber dado con la respuesta al acceder a alguna fuente de información externa a través del cuarto entorno. El principal inconveniente de una encuesta explicativa consiste en no poder demostrar una relación exacta de causalidad entre la causa y el efecto, sino simplemente la existencia de una relación entre ambos, pero sucesivos estudios permitirían precisar más la naturaleza de dicha relación.
Las preguntas deben referirse a un tema muy específico y desconocido por el entrevistado, para así reducir la posibilidad de que conozca de antemano las respuestas o pueda deducirlas apelando a información previa. Siguiendo esta premisa, para diseñar un experimento se podrían hacer preguntas sobre un campo de estudio novedoso que incluso permitiría determinar si el entrevistado obtiene información conocida por alguien en algún lugar del mundo, o si, en cambio, accede a información totalmente desconocido por la humanidad. Se podría basar el experimento en un cuestionario sobre la búsqueda de planetas fuera del sistema solar (también llamados exoplanetas o planetas extrasolares).

Se trata de una rama de la astronomía que presenta grandes avances desde mediados de la década de 1990, cuando se descubrió el primer planeta en órbita a otra estrella. Desde entonces se confirmó el descubrimiento de casi 800 planetas en torno a más de 600 estrellas (ver http://exoplanet.eu/catalog.php). Las estrellas investigadas poseen uno o varios planetas y se descubren nuevos planetas cada mes.
El cuestionario presentaría una lista de nombres de estrellas, en torno a las cuales se ha descubierto uno o varios planetas. La estrella, representada por una esfera, tendrá una escala graduada a su lado. Allí el entrevistado marcará a qué distancia de la estrella se encuentra el planeta de mayor masa, ya que son los planetas que primero se confirman cuando se utiliza el método de detección por medición de la velocidad radial de la estrella y posiblemente el primero también si se utilizan otros métodos. La posición de la escala graduada en la que el entrevistado colocó al planeta servirá para evaluar si fueron capaces de indicar la información correcta sobre ese cuerpo, ya que la distancia promedio del planeta a la estrella y la masa del planeta suelen ser los primeros datos conocidos. En el listado también se deberá incluir una o más estrellas “control”, es decir, nombres falsos, estrellas inexistentes.
Gráfico que muestra las respuestas correctas del cuestionario del experimento propuesto. El nombre de la estrella se indica a la derecha, la estrella se representa con el círculo amarillo, los puntos celestes indican la posición del planeta de mayor masa respecto de la estrella que orbita. La grilla indica la distancia a la estrella en unidades astronómicas (UA). Aún no se sabe si Alpha Centauri B tiene planetas, por eso su grilla está vacía (sin embargo, en caso de tener planetas, estarán a menos de 3 UA, pues ese es el límite de las órbitas estables para esa estrella). Las otras dos estrellas que no indican planetas son estrellas control (no existen).
Luego se analizan los resultados de las encuestas y se evalúa la significancia estadística para ver si los aciertos superan lo que se espera por azar. Dependiendo del rango definido, se puede estimar la probabilidad de que acierten por azar. Contabilizando las respuestas de todos los entrevistados, las estrellas “control” deberían mostrar un patrón aleatorio. Si las estrellas reales también lo muestran, se puede concluir que los entrevistados no pudieron obtener la información correcta. Si los aciertos son significativos, podrían sugerir la intervención de algún proceso telepático o de otra índole. 

Pero vayamos más lejos: supongamos que en el listado se incluye una estrella bajo estudio pero en la que aún no se han detectado planetas (por ejemplo Alfa Centauri A). Si se observa que un importante porcentaje de los entrevistados coincidió en indicar la existencia de un planeta en una posición específica en torno a dicha estrella, se podría argüir que dicha coincidencia indica que probablemente haya un planeta en esa posición, aunque aún nadie lo sepa. Supongamos que posteriormente se descubre un planeta ubicado en dicha posición y se trata, efectivamente, del planeta de mayor masa del sistema. Entonces se podría sugerir, como posible explicación, que los entrevistados manifestaron precognición al acceder a información aún desconocida, o que es posible acceder –tal vez a través del hipotético cuarto entorno– a más información que la conocida por los seres humanos, ya que la percepción de un planeta en torno a otras estrellas es algo que está absolutamente fuera del alcance de los sentidos y que los entrevistados no pueden deducir del conocimiento existente. Esta comprobación parece improbable pero no lo es. Este artículo fue escrito a principios de 2012, y el experimento proponía a Alpha Ceuntari B (en vez de A) como estrella control, ya que no tenía planetas conocidos. Sin embargo, pocos meses después, en octubre de 2012 se descubrió un planeta en torno a esa estrella, por lo que hubiera sido un candidato excelente para comprobar el fenómeno bajo estudio. Por eso ahora propongo a Alpha Centauri A (la estrella compañera de Alpha Centauri B) que también está siendo escrutada en busca de planetas, y en caso de tenerlos probablemente serán descubiertos en uno o dos años.
Este es un incipiente y emocionante campo de estudio que aún necesita muchos aportes para poder comenzar a elaborar teorías consistentes que den cuenta de todos los fenómenos bajo análisis, pero ya se están dando los primeros pasos en esa dirección. Es un espacio fecundo para desarrollos novedosos en múltiples áreas del conocimiento, si nos atrevemos a observar la realidad desde una nueva óptica, crítica, creativa y abierta, que contribuya a replantear algunas concepciones y pensar nuevas posibilidades.
“La gente llama ideas peligrosas a las ideas nuevas. Bien mirado una idea nueva es rarísima y es la respuesta de la inteligencia a una necesidad humana nueva. De ahí que las ideas peligrosas son las únicas ideas necesarias. Claro que, hablando con sinceridad, el que corre verdadero peligro cuando aparece una nueva idea es su inventor.” –Abelardo Castillo (1997)

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